El espíritu
competitivo de las organizaciones ha motivado que una serie de corrientes
filosóficas tendientes a la satisfacción de sus riquezas, se traduzcan en
hechos comerciales y operativos.
Como si el fin
justificara los medios, según los principios de Maquiavelo, muchas
organizaciones han dado paso a actividades desmedidas con altos y criticables
impactos en su entorno. La explotación
indiscriminada de los recursos económicos y ambientales y las violaciones
sociales en todas sus dimensiones, han cobrado una alta factura a estas
organizaciones desde el origen mismo de su existencia, la opinión pública.
Ante esta situación,
las organizaciones entendieron que era necesario cambiar la forma de hacer
negocios y que sus actividades debían ser sustentables en el tiempo desde la
perspectiva económica, ambiental y social, por lo que han encontrado dentro de
la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), un excelente concepto para
conducirse éticamente y comprometerse con el desarrollo sostenible de su
ambiente interno y externo. Por
tanto, no es de extrañar que sus nuevos planteamientos estratégicos, invoquen
la integración sistemática de las actividades comunitarias con el negocio de la
empresa.
Estrategia, RSE y Proyectos
Evidentemente, los
proyectos formulados dentro de las organizaciones e impulsados por los niveles
gerenciales de estas, responderán a los planteamientos
estratégicos de la organización y a los objetivos de responsabilidad social
implícitos en estas.
Los estudios de
factibilidad de los proyectos, deberán incorporar dentro de sus variables de
análisis, las tradicionales viabilidades
económicas, técnicas y de mercado, así como los impactos sociales y
ambientales. El involucramiento de los interesados en esta etapa de evaluación y el
reconocimiento temprano de sus inquietudes y necesidades, será indispensable
para determinar la zona de influencia de los proyectos y determinar quienes
podrían verse afectados y de que manera.
Se debe tener presente que los proyectos dentro de su desarrollo
gradual, están sujetos a los cambios propios de una actividad dinámica y al
cambio de los intereses en el tiempo de los actores sociales involucrados
directa e indirectamente. Por esta
razón, es indispensable que los proyectos contemplen estrategias claras de comunicación con los involucrados, que
brinden transparencia y credibilidad a lo largo de las etapas del
proyecto.
Todo proyecto debe
buscar satisfacer las necesidades presentes, sin comprometer la capacidad de la
organización de cubrir sus necesidades futuras. Es decir, los proyectos deben ser
sustentables en lo económico, lo social y lo ambiental, con tal de que su huella
sea los mas positiva posible y que ello le permita a la organización, la
aceptación interna y externa de sus propuestas futuras, dentro de lo que se
podría considerar como una licencia social.
Esto sin lugar a dudas, crea una
imagen de responsabilidad a nivel de los proyectos, frente a los
involucrados internos y externos.
Creer que un proyecto
terminara a tiempo es una utopía, pues las condiciones naturales de su
desarrollo a si lo plantean, pero ello no significa, que no estemos dispuestos
a realizar insignes tareas para lograr que se concluya dentro de un periodo
aceptable y bajo los compromisos adquiridos.
En esta línea de pensamiento, el manejo de los costos será fundamental
para la adquisición de los recursos y la ejecución de las tareas, es por tanto,
obligación del equipo de proyecto, velar por el uso adecuado y racional de los
recursos económicos, humanos, técnicos y ambientales. Esto les obliga a añadir una dimensión social o ecológica a sus planes y presupuestos,
evaluar los resultados en estos ámbitos, crear comités consultivos locales,
realizar auditorias sociales o medioambientales y establecer programas de
formación continua (Comisión Europea).
Lejos de
circunscribirse al ámbito interno de las empresas, la RSE implícita en los
proyectos a través de las dimensiones sociales y ecológicas, deberán permear
dentro de los socios comerciales, las comunidades locales, los
consumidores y los proveedores entre
otros. No sería válido pensar, que estos
involucrados compartieran diferentes principios éticos y que estos últimos se
contrapusieran unos contra otros. Por
esta razón, durante la gestión de los proyectos se deben compartir las mismas prácticas voluntarias en el ámbito de la
responsabilidad social.
La transparencia de
las actividades empresariales a través de sus proyectos, propiciada en muchos
casos por los medios de comunicación y las tecnologías de información y
comunicación, obliga a las organizaciones a la evaluación y el cuestionamiento
de los resultados obtenidos, a través de la rendición de cuentas.
Incluso esta última, se podría considerar como una herramienta para
medir la calidad de lo que hicimos.
Finalmente, podemos
decir que la vulnerabilidad de los proyectos se verá minimizada con la
incorporación de la RSE, debido a que la valoración
de los riesgos implícita en esta ideología y compartida por la gestión de
proyectos, vela por la identificación, priorización y atención de las
preocupaciones sociales y medio ambientales en las operaciones de la
organización y sus relaciones con sus interlocutores.
- Libro Verde de la Comisión Europea, Fomentar un
marco Europeo para la responsabilidad social de las empresas. 1er Edición,
Barcelona: Estudio, 2002.
- Porter.M, Kramer.M. 2006. Estrategia y Sociedad.
Harvard Business Review America Latina.
Paginas 3-15.
- http://www.cp.org.ar/pdfs/manualprimerospasos.pdf
- http://es.wikipedia.org/wiki/Responsabilidad_social_corporativa